Desde hace 27 años, cada 15 de enero escribo sobre la
desaparición Adriana Celihueta, en Necochea. En cada oportunidad procuro aportar
un granito de arena para que de una vez por todas se conozca la verdad sobre
qué pasó con ella.
Esta vez prácticamente no voy a escribir nada. No porque no
haya datos para contribuir a esta causa olvidada por casi todos, sino porque ¿a
quién le los doy?... ¿a la Justicia?... ¿a la Policía?... ¿a los políticos?... Todos y cada uno de estos
ámbitos sólo demostraron la falta de interés por esclarecer el hecho.
Para que prosperen las novedades descubiertas en los últimos
dos o tres años, con el aporte de testigos que obviamente no están decididos a
dar sus nombres ante ningún organismo, hay que sortear una serie de vericuetos legales
que hace imposible desarchivar la causa que está en Tribunales de Mar del
Plata. Yo agradezco a quienes contribuyeron con esos “datos”, cuyas identidades
nunca serán divulgadas porque más allá de la ética y el secreto profesional,
les di mi palabra. Pero, también es real que será mucho más dificultoso romper
con esos resortes legales que, hoy por hoy, amparan mucho más al delincuente
que a la víctima.
Es cierto que si a estos nuevos aportes, además de un giro
periodístico, les diera un sesgo novelesco se podría llegar a estar ante un gran
escándalo mediático, describiendo una vez más nombres de conocidos “poderosos”,
algún político, varios policías, diversos integrantes del fuero judicial, y ex
funcionarios del Estado que, cada tanto cuando recorre bares y se le suele
escapar algún “secreto” de aquel 15 de Enero de 1987. Seguramente por estos
días cuando se vuelva a hablar de Adriana Celihueta, se agrave su psoriasis. Si,
es posible que ello pase.
Pero no voy a escribir porque sería poner en evidencia todo
lo nuevo que existe para aportar a la causa, y como no se va a desarchivar, la
gran novedad duraría sólo unos días. Aquí lo importante es que aparezcan culpables
y que se haga justicia. Además, sigo con la secreta esperanza, de que algunos
de estos “arrepentidos” que están aportando lo que dicen saber, se atrevan a
firmar. Todo sería más fácil.
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